La deforestación es un proceso provocado generalmente
por la acción humana, en el que
se destruye la superficie
forestal. Está directamente
causada por la acción del hombre sobre la naturaleza, principalmente debido a
las talas o quemas realizadas por la industria maderera, así como para la
obtención de suelo para la agricultura y ganadería.
Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño
al hábitat, en pérdida de biodiversidad y en aridez.
Tiene un impacto adverso en la fijación de carbono atmosférico (CO2).
Las regiones deforestadas tienden a una erosión del suelo y frecuentemente se degradan a tierras
no productivas.
Entre los factores que llevan a la
deforestación en gran escala se cuentan: el descuido e ignorancia del valor
intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco responsable de la
forestación y leyes medioambientales deficientes.
En muchos países la deforestación causa
extinción, cambios en las condiciones climáticas, desertificación y
desplazamiento de poblaciones
indígenas.
En el presente, la deforestación ocurre principalmente, en América
Latina, África Occidental y algunas regiones de Asia.
Una tercera parte del total de la
tierra está cubierta por bosques, lo que representa cerca de 4 000 000 000 de hectáreas. Hay 10 países que
concentran dos tercios de este patrimonio forestal: Australia, Brasil, Canadá, China, la República Democrática del Congo, India, Indonesia, Perú, la Federación Rusa y los EE. UU. Estos han sido explotados
desde hace años para la obtención de madera, frutos, sustancias producidas por
diferentes especies o para asentamientos de población humana, ganadería y
agricultura.
En las selvas del Amazonas, por
ejemplo, el gobierno brasileño ha alentado un crecimiento rápido en las últimas
décadas Se construyó una
supercarretera en las regiones con mayor densidad de bosques, en el corazón del
país, y promovió asentamientos humanos y urbanizaciones en ellas
En los países más desarrollados se
producen otras agresiones, como la lluvia
ácida, que comprometen la supervivencia de los bosques, situación que se
pretende controlar mediante la exigencia de requisitos de calidad para los
combustibles, como la limitación del contenido de azufre.
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